Es el incremento de la desigualdad tal vez uno de los mayores problemas generales, lo cual ha sido observado no solo en estas sociedades menos desarrolladas sino en los países centrales. Casi con certeza sea este el mayor debate que nos debemos.
La gravabilidad en el sector financiero en su totalidad debe ser analizada detenidamente. Es nuestra opinión que es correcto gravar la actividad financiera con el impuesto a las ganancias, independientemente de las formas complicadas adoptadas en nuestro país para situaciones puntuales como las personas físicas. Pero dicho esto, es inconcebible la cantidad de impuestos que siguen aumentando la carga fiscal de las empresas financieras. La existencia del impuesto sobre los ingresos brutos más las tasas municipales que cumplen idéntico fin, más las tasas por carteles hacen insostenible el costo para las entidades o lo que es peor, hacen insostenibles las tasas de los préstamos a los ciudadanos. Porque nuevamente y por millonésima vez debemos explicarles a nuestros políticos y formadores de opinión que excepto por el impuesto a las ganancias, la totalidad de las cargas a las entidades financieras se trasladan al costo de las tasas de interés.
El que la actividad deba estar alcanzada por los impuestos no justifica que todo organismo Nacional, provincial o Municipal que tiene relación con las entidades invente un impuesto, tasa o contribución para sacarles dinero, porque en definitiva las entidades financieras son el único lugar donde hay plata fresca para recaudar.
Por ejemplo, es gratificante pensar que nuevas tecnologías permitan agilizar la actividad financiera en su totalidad, eliminando costos y tiempos y abaratando el servicio bancario, lo que no es plausible es que bajo esa patina de modernización se admitan beneficios impositivos para nuevos jugadores del mercado que el resto de los jugadores del mercado no tiene. ¿Porque se dan esos beneficios?
Está claro también que, y por un hecho eminentemente recaudador, los impuestos en las provincias se han vuelto algo que va por lo percibido en especial cuando quien tiene que pagar es una entidad financiera. Es cierto también que es por las entidades financieras por donde pasa la liquidez del mercado, que es en definitiva lo que necesitan los fiscos provinciales. Y no solo se da la disociación de los impuestos entre Nación y Provincia, sino que ahora estamos asistiendo a la ruptura entre las municipalidades y los gobiernos provinciales. Municipalidades de distinto color que el gobierno provincial incluyen nuevos sistemas de percepción y retención en cuentas bancarias al solo efecto de financiarse por separado de la provincia.
Es difícil para una entidad con presencia en todo el país poder lidiar con más de 300 o 400 fiscos con intereses totalmente opuestos entre sí.
No debemos perder la esperanza de que las cosas cambien, pero tampoco debemos ser alegres voluntaristas suponiendo que todo va mejor cuando las cosas de fondo y raíz no pretenden ser solucionadas.
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