El propósito de este libro es el de compartir con el lector los aportes más relevantes que las innumerables experiencias con cientos de empresas me han brindado a la hora de pensar sus estrategias directrices.
Sus propósitos superiores. Sus finalidades últimas. Pero también a la hora de transformarlas en resultados. En acción concreta. En aplicación práctica. Y entonces, esta dupla inseparable, la de pensar y actuar, nos lleva a tres axiomas básicos.
Axioma Uno: La formulación de la estrategia no es un hecho aislado de la ejecución ya que la ejecutabilidad debe formar parte de la formulación y la ejecución debe retroalimentar a la formulación en un circuito recursivo interminable de “Incrementalismo Lógico” que solo termina si se termina la empresa como tal. A este circuito lo llamamos Dinámica Estratégica-Operacional. Abarca la “bajada” desde las ideas a los actos.
Axioma Dos: La estrategia es un proceso psicológico que debe ser entendido desde un plano superior a lo económico, a lo financiero, a lo tecnológico, a lo competitivo ya que estos componentes tradicionales de “lo estratégico” son pensados y repensados y ejecutados y corregidos desde “modelos mentales” individuales y grupales.
El proceso psicológico en el ámbito de la Psicología Empresarial que más nos interesa es el de la “función ejecutiva” de la mente/cerebro. Es el cerebro del cerebro. Se refiere a la capacidad de dirigir, orientar, guiar, coordinar, ordenar la acción conjunta de los elementos de la empresa o de la orquesta para lograr un fin o una meta.
Axioma Tres: La estrategia es “Teoría de la Mente”. En el ámbito de las organizaciones humanas en general y de las empresas en particular, este es el dominio de la más Alta Dirección cuando traza su plan de vuelo en el que la estrategia es “Hacia Dónde y Para Qué”. Esta determinación es inseparable de los mapas mentales del o de los decisores tratando de incorporar en sus mentes como input a los mapas mentales de otros actores complementarios o antagónicos.
Sin este concepto psicológico no se puede dirigir. No se puede liderar. No se puede competir. No se puede educar. No se puede obedecer. No se puede seguir. No se puede aprender. No se puede formular. No se puede ejecutar.
Ignacio Barassi –
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